martes, 23 de enero de 2018

Un nuevo viejo mundo – Paraísos perdidos, Bogotá Colombia






Artistas Mexicanos:

Alejandra Alarcón / Alexis de Chaunac / Chavis Marmol / Chris Castañeda / David Gremard Floria Gonzalez / Iván Salamanca / Jimena Schlaepher / Mariana Magdaleno / Pablo Cotama / Sofía Echeverri

Artistas Colombianos:
Alejandro Sánchez / Carlos Villabon / Daniel Acuña / Eduard Moreno / Ernesto Restrepo Morillo / Fidel Álvarez / Gonzalo Fuenmayor / Harold Rubio / Jansel Figueroa / Jose Horacio Martínez / Kindi Llajtu / María Isabel Vargas / Mateo Pizarro / Miler Lagos/ Rodrigo Echeverri

La curaduría y museografía está a cargo de Adrián Ibáñez


























































La representación del tiempo como una cuerda tensa y rectilínea nos hace pensar en una única manera y posibilidad de visión, en un mismo y común norte, todos al unísono muy acompasados caminando hacia un horizonte que pareciera cada vez más lejano.

¿Y si plegamos la cuerda?
Tendríamos entonces el punto A y el punto B en un mismo momento y lugar, pasado y futuro, lo nuevo y lo viejo en diálogo abierto aunque incomprensible al no reconocerse el uno al otro, construyendo un presente tenso y pleno de contradicciones, que bien podrían ser posibilidades de esa cuerda extendida y rectilínea en múltiples opciones paralelas.

Descubrir significa encontrar, descubrir significa ver, aceptar, integrar, digerir, comparar; ante lo nuevo el cerebro responde con miedo, el cuerpo retrocede y como animal social actúa en colectivo; reglas consuetudinarias emulan la aceptación colectiva y definen los límites de nuestras creencias. Molde y copia son partes de la misma moneda, que muestra sus caras a conveniencia; colonos y colonizadores se asoman a las mismas profundidades de lo desconocido, y aplicando procesos de sustracción, desprendemos de las entrañas del territorio los conocimientos contenidos en los elementos, sin tener en cuenta la conexión ancestral y cósmica que ellos contienen.

Ires y venires, rutas y mapas, recorridos marcados que dan fe de la existencia del tiempo y el espacio, de un espacio atiborrado de pertenencias e intenciones; y la cuerda se pliega una y otra vez, ayer se mezcla con hoy, hoy con mañana, acá con allá y así se fundan esos paraísos perdidos. Lugares inexplorados o muchas veces caminados que habitamos en la inconciencia en la perplejidad de lo inmediato, balsas transportan riquezas inconmensurables, inexplicables ritos sagrados resuenan en la madre tierra y ella no entiende de nuevo y de viejo, porque es ahora y era antes. Como es arriba es abajo, el hombre en sí es un pequeño universo que se autocontiene y se autorregula e interactúa en infinita correspondencia con todo lo demás; de alguna manera ese hilo conductor sigue incólume ante el paso de los siglos que desde el punto de vista de la escala universal del tiempo han sido apenas dos minutos…


Ese reflejo que nos persigue, pero cada vez que volteamos no vemos; toda una línea de creencias y significados caen por el agujero de su madriguera y en ese caer no sabemos si suben o bajan ni cuánto de lo que cae impregna el atrás y el ahora produciendo ese choque de tensiones que genera a punta de contradicciones, ese yo múltiple y diverso, mestizaje, sangre, carne y hueso mezclados, adn que deja ser y continúa siendo.


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