domingo, 22 de abril de 2018

SALÓN DE VIDEOARTE LATINOAMERICANO LIMA - PERÚ











ARTISTAS INVITADOS: Alejandra Alarcón (Bolivia), Ana Campanella (Uruguay), Carola Casusol (Perú), Freddy Clavijo (Colombia), Andy Fierro (Ecuador), Ernesto Garcia Sanchez (Cuba), Alvaro Icaza y Verónica Luyo (Perú), Jorge Lévano (Perú), Giancarlo Melgar (Perú), Ivan Piug (México), Pilar Quinteros (Chile), Felipe Seixas (Brasil), Alvaro Simons (Perú), Marcos Temoche (Venezuela), Jerónimo Veroa (Argentina), Ines Verdugo (Guatemala) y Christi Zorilla Soto (Perú)-- curaduría de: Augusto Ballardo y Alicia Ugaz

miércoles, 18 de abril de 2018

Fragmentos sobre la muerte en la escritura pictórica de Alejandra Alarcón: El libro de la Sangre.


Fragmento 1.

La puerta de un osario pictórico es lo que encontramos en las acuarelas de esta serie de Alejandra Alarcón titulada El libro de la Sangre, que nos lleva a una muerte granada, desgranada en cadáveres llenos de luna y tiempo reglado.

Rosario y osario de Perséfone, que sangra vida desde la muerte y viceversa. Existe en esta escritura de la muerte de Alejandra Alarcón, la sangre como su representación y como ésta se convierte en vida.

Es difícil percibir la intensidad de la agitación, que se produce en el momento en que se juega el mortal juego de la destrucción y la creación violenta, que se inscribe en las acuarelas que Alejandra Alarcón y que ella misma las sitúa en este libro sangriento. El incierto límite de gravitación, no gira en torno a los granos de la granada uterina y uterica, sino al límite, a los límites óseos que se adecuan como cajas-encerronas de granos granados. Todos, dibujados con una concentración de agua y de color, –rojo-blanco-rojo, al unísono y diluidos por la influencia energética del pincel acuífero,  impulsado por la fuerza de la mano que lo sostiene y la deja en el lienzo como huella, como memoria de su propia granada ósea. El pincel toca el papel grueso y luego, minuciosamente se separa de él y la gota chorrea diciendo: Tú eres tragedia necesaria. Para las mujeres con legitimidad usurpada, es necesario sobre todo aunque se sublime, la existencia de la muerte. La victima debe morir.




Sangra desde el útero
Desde la muerte
No tiene casi cuerpo, tiene muerte
Existe en la muerte,
Sangra en la muerte
Crea vida desde la muerte
Muere cada mes en vida
En roja
Vida
Que cae
No está crucificada vuela
Nos mira desde arriba.
A.    Alarcón.




Fragmento 2.

Hay otras representaciones en El Libro de la Sangre, que nos acercan a la muerte bajo la forma secreta de su silencio. Y son diversas las acuarelas que recrean el juego con y de la muerte, inscribiéndola en nuestro saber. Apenas una invisible línea, señala la inapreciable distancia que articula un quiasmo y una dislocación corporal.

Imágenes quiasmaticas de la muerte de una mujer –quizás un elemento autobiográfico-, lugar de una gota o de un espacio en blanco. Trazo de papel-sudario y lugar también de una diferencia entre la muerte representada, que es la posibilidad final de toda imagen al abolir sus rasgos, desleer sus colores, borrar sus formas, y la Real que insiste en lo imposible de su representación.

Imágenes de dislocación con cabeza enclaustrada en el tórax.Y entre dos costillas, un ojo de pupila azul claro y una parte de la nariz como posible elemento de vida o de querer vivir en silencio, aceptado o impuesto, pues no hay boca. Nuevamente la muerte bajo la forma secreta de su silencio. Angustia tenue, permanente, “un petit goût de givre en plein soleil” cantaba Barbara.

El corazón puede ser o es una pelvis. Doble cuerpo moribundo. Si quería. Pie con gota de sangre en una Perséfone niña crucificada, lacerada. Perséfone se cristianiza en el horror, en el lado oscuro de la sexualidad femenina. Contra el silencio, el espasmo contagiosos del horror. Figura y desfigura siempre granada, que nace del gesto violento de la carne, que es también, trazo, pulso e incisión en ella. Perversión de la lanza cristiana, símbolo fálico, que feminiza a la figura crucificada dejándola sin posibilidad de cualquier gesto encarnado. Fascinación y abyección, éxtasis y silencio, el dolor tiene otra representación y rememoración de algo perdido: los permanentes calcetines como segunda piel, protectora, que oculta la carne. La suya.




Fragmento 3.

Todo arte es una forma de literatura, de muerte, de roja vida que llega ajena por la cabeza de lobo.



La agresividad y la muerte en la obra de Alejandra Alarcón no admite discusión. Se dejan ver, traslucidas  al menos para mí. La pintura, la muerte y la escritura me han educado la inteligencia y la mirada que ve y mira o mira y ve. Así, miro y vuelvo a mirar las acuarelas granadas y mortales de la pintora Alarcón. Todas ellas, son un catálogo de melancolías, y yo no puedo dejar de preguntarme ¿Qué cosa muere cuando soy? ¿Cuándo me viajo?

Desde la perspectiva, que siempre implica una lejanía, y aún más en este caso que nos atraviesa el Atlántico, agua, y la selva boliviana, tierra, intento discernir las diferentes muertes que hay en sus acuarelas y sólo logro verla unitaria, potente. Yo misma me contemplo en ellas, en un abismo de mi sentir. Soy como las acuarelas que tengo de Alejandra y miro concienzudamente todo lo que pueden buscar en el ocaso de su gran sueño, que como todos, desplazan las sensaciones visuales y dejan huella en la escritura pictórica, sofocando todo intento de llegar a conclusiones.

Con las aqua(r)elles, en otro momento Querelles de Jean Genet, que componen El libro de la sangre, Perséfone desvela su secreto de casi divinidad fluida y no oída. La verdad  no admite discusión, pero si resolución en las verdades. Y los fluidos del alma junto a los del cuerpo, vuelven en la pintura y yo vuelvo a mirar atentamente lo que me ha llegado de ese Libro y escucho.

Sigo con Perséfone, algunas veces ahogada por el agua que empapa la textura y contra el silencio y el espasmo del horror del rapto y la violación. Entrañas rojas, granadas, fieras y lobas. Figura y desfigura junto al gesto violento y pelado de carne. Pero sucedió entonces que la mujer pensó lo siguiente: “Era demasiado tarde para tener un destino.” El suyo, como el de todo ser viviente. Es la vida y la muerte que se anteponen al osario y se pospone a la constante permanencia de la granada, granada.

“Ser tristeza conectada con la muerte porque no somos”, afirma Alejandra. En realidad, es Perséfone la interpelada y pintada, la que no nos habla de su muerte, sino de una muerte en donde ella misma se explicita con calcetines, elemento biográfico por excelencia. Sí, la muerte ya no tiene carne y se convierte en huesos de ida al osario. “La muerte en vida, la muerte con la vida” a través de la sangre, pinta la pintura de Alejandra Alarcón.

Igual que la gota de sangre anterior, en la que el pincel deja caer su fluido en el centro del sexo óseo, se ejecuta el acto bajo la orden del puño cerrado y de las fauces del lobo, dando en el centro mismo del órgano por el que pasa o se retiene la vida.

El pincel-falo toca y repara el lienzo-sudario y luego se separa, separándose de la gota y de los puntos móviles y coloranticos de los calcetines, hasta el borde del papel blanco iniciático y chupador. Dislocación del mapa del cuerpo nuevamente. ¿Y qué sucede después?

María José palma Borrego
Madrid Abril 2018.


María José Palma Borrego, Doctora en Filología Francesa Especialidad: Literatura Femenina y Psicoanálisis. Formación psicoanalítica y filosófica con Julia Kristeva, Luce Irigaray, Jorge Alemán, Jacques Derrida, Hélène Cixous y Eugenio Trias. Destacan entre sus publicaciones:  Contra la igualdad, Historia del Movimiento de Liberación de las mujeres en Francia Ed. Univesridad de Cadiz, 2013,  Crítica feminista al Psicoanálisis y a la filosofía. Ed: Universidad de Cádiz, Dic 2000, Le livre des Apparitions, Ed.L´Harmattan Sep. 2011,  La psychiatrie fasciste espagnole. La logique d´un discours d´extermination. Deux cas cliniques Ed.Universitaries  Europeénnes 2016,  entre otros. Actualmente es presidenta de la Asociación para los Conflictos contemporáneos.--